Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. (Génesis 32:30).
Los que sólo ejercitan poca fe, están en mayor peligro de caer bajo el dominio de los engaños satánicos y del decreto que violentará las conciencias.
Y aun en caso de soportar la prueba, en el tiempo de angustia se verán sumidos en mayor aflicción porque no se habrán acostumbrado a confiar en Dios.
Las lecciones de fe que hayan descuidado tendrán que aprenderlas bajo el terrible peso del desaliento.
Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas.
Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera.
Sería mejor sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios.
La mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación divina, valen más que las riquezas, los honores, las comodidades y amistades sin ella.
Debemos darnos tiempo para orar.
Si nos dejamos absorber por los intereses mundanos, el Señor puede darnos ese tiempo que necesitamos, quitándonos nuestros ídolos, ya sean éstos oro, casas o tierras feraces.
La juventud no se dejaría seducir por el pecado si se negase a entrar en otro camino que aquel sobre el cual pudiera pedir la bendición de Dios.
Si los que proclaman la última solemne amonestación al mundo rogasen por la bendición de Dios, no con frialdad e indolencia, sino con fervor y fe como lo hizo Jacob, encontrarían muchas ocasiones en que podrían decir:"' Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma".
Serían considerados como príncipes en el cielo, con poder para prevalecer con Dios y con los hombres...
Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo.
Nuestro Salvador no pudo ser inducido a ceder a la tentación ni siquiera en pensamiento... Pero Cristo declaró al hablar de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (Juan 14:30).
-El conflicto de los siglos, págs. 679-681.
¿Acaso Cristo y sus apóstoles no hicieron milagros?
El mismo Salvador compasivo vive en nuestros días, y está tan dispuesto a escuchar la oración de fe como cuando andaba en forma visible entre los hombres.
Lo natural coopera con lo sobrenatural. Forma parte del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha con fe, lo que no nos daría si no se lo pidiésemos así. -Ibíd., pág. 580.
Nadie que no ore puede estar seguro un solo
día o una sola hora... Y mientras estemos en guardia contra los engaños de
Satanás debemos orar con fe diciendo: "No nos metas en tentación"
(Mateo 6:13). -Ibíd., pág.
585. EJ112/EGW/MHP 113
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=zndZDbgFuc0&list=PLtrFh-HO7ogCEh9XT9hiYgr7lRPj0RMz1&index=16&pp=sAQB
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