Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que
siembra generosamente, generosamente también segará. (2 Corintios 9:6).
Ministerio
significa servicio, y a este ministerio somos llamados. Deshonra a Dios el que alguno escoja una vida de satisfacción propia.
Mis hermanos y hermanas, ¿comprenden
ustedes que cada año miles de almas están pereciendo, muriendo en sus pecados porque la
luz de la verdad no alumbró su senda?...
Hay una gran obra que hacer
en nuestro mundo. Los hombres y
las mujeres han de ser convertidos, no por el don de lenguas ni por la
operación de milagros, sino por la predicación de Cristo crucificado.
¿Por qué demorar
el esfuerzo por mejorar el mundo? ¿Por qué esperar que se haga algo
maravilloso, que se provea alguna estructura costosa?
Por humilde que sea su
esfera, por modesto que sea su
trabajo, si usted trabaja en armonía
con las enseñanzas del Salvador, Él se revelará por
intermedio de usted, y su influencia atraerá las
almas a Él.
Él honrará a los
mansos y humildes, los que sinceramente buscan servirle. En todo lo que hacemos, sea en el
taller, en la chacra o en la oficina, hemos de
esforzarnos por ganar almas.
Hemos de sembrar
junto a todas las aguas, manteniendo nuestra alma en el amor de Dios, y
trabajando mientras es de día, usando los medios confiados a nosotros en el
servicio al Maestro.
No importa
qué encuentren nuestras manos para hacer, trabajando mientras es de día, hemos
de hacerlo con alegría; cualquier sacrificio que seamos llamados a hacer, hemos
de hacerlo alegremente. Al sembrar junto a todas las aguas, descubriremos la
verdad de las palabras: "El que siembra generosamente, generosamente
también segará".
Debemos todo a
la gracia, a la gracia soberana. La gracia decretó nuestra redención, nuestra
regeneración y nuestra adopción para ser herederos con Cristo Jesús. Revelemos
esta gracia a otros.
El Salvador toma a los que encuentra que serán
moldeados y los usa para la
gloria de su propio nombre. Usa materiales que otros
dejarían de lado, y trabaja en todos los que han de entregarse a Él.
Se goza en tomar
material aparentemente inservible, aquellos que Satanás
ha degradado y por medio de los
cuales ha trabajado, y los somete a su
gracia. Se goza en
librarlos del sufrimiento, y de la ira que está a
punto de caer sobre los desobedientes.
Hace de sus hijos agentes para realizar esta obra, y en su éxito, aun en esta vida, encuentran una preciosa recompensa. Pero ¿qué es esto comparado con el gozo que tendrán en el gran día de la revelación final?
Review and Herald, 5
de enero de 1905. RJ248/EGW/MHP 249
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