Todo
aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro. (1Juan 3:3).
Es el privilegio
de todo buscador sincero de la verdad y de la justicia basarse en las
seguras promesas de Dios.
El Señor Jesús manifiesta
el hecho de que los
tesoros de la gracia divina están puestos
enteramente a nuestra
disposición, a fin de que podamos llegar a ser canales de luz.
No podemos recibir las riquezas de la gracia de Cristo sin desear impartirlas a otros. Cuando tenemos el amor de Cristo en nuestros corazones, sentiremos que es nuestro deber y
privilegio comunicarlo a otros.
El Sol Que
Brilla En El Cielo (como en el nuestro) envía sus
brillantes rayos a todos los caminos y senderos de la vida. Tienen suficiente luz para miles de mundos como el
nuestro.
Y así
sucede con el Sol de justicia; sus brillantes rayos
de salud y alegría son más que suficientes para salvar a
nuestro pequeño
mundo que El creó.
Cristo
declara que nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a
los que lo piden, que los padres terrenales a dar regalos a sus hijos.
El
día de Pentecostés proveyó una ocasión maravillosa. En
el derramamiento
del Espíritu Santo, ¡qué
testimonio se dio de la abundancia de la gracia de
Cristo!
¿Por qué ocurre que los que
pretenden creer la verdad presentada viven, tan por debajo de sus
privilegios? ¿Por qué mezclan
el yo con todo lo que hacen?
Si dejaran a un
lado el yo, Jesús daría al alma
sedienta un suministro continuo del agua del río de la vida...
Lo Que Santifica
Al Alma es el crecimiento en el
conocimiento del carácter de Cristo. Discernir y apreciar la maravillosa obra de la expiación transforma al que considera el plan de salvación.
Al contemplar a
Cristo, se transforma a la misma imagen, de gloria en gloria como por el Espíritu de Dios. La contemplación de Jesús llega a ser un proceso
refinador y ennoblecedor para el cristiano mismo.
Él ve el Modelo
y crece a su semejanza, y entonces, cuán
fácilmente se arreglan las disensiones, las luchas y las
rivalidades.
La
Perfección Del Carácter de Cristo es la inspiración del cristiano. Cuando lo vemos como Él es,
se despierta el deseo de ser como
El, y esto eleva al ser entero; porque
"todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él
es puro"...
El poder de Cristo ha de ser el consuelo, la esperanza, la corona de gozo, de todo el que sigue a Jesús en su conflicto, en las luchas de su vida.
Review and
Herald, 26 de agosto de 1890. RJ296/EGW/MHP 297
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