Derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Cor. 10:5).
Más Precioso Que
El Oro De Ofir Es El Poder Del Pensamiento
Recto. Necesitamos asignar un alto valor al recto control de nuestros
pensamientos; pues tal control nos prepara
para trabajar por el Maestro.
Para nuestra
paz y felicidad es necesario que en esta vida nuestros pensamientos se centren en Cristo. Como El Hombre Piensa, Así Es Él.
Los Misericordiosos Hallarán
Misericordia, Y Los Puros De
Corazón Verán A Dios, Cada pensamiento impuro con el
alma, deteriora el sentido moral y tiende a
destruir las impresiones del
Espíritu Santo. Nubla la
visión espiritual para
que el hombre no pueda ver a Dios.
El Señor Puede
Perdonar Al Pecador Arrepentido y lo hace; pero aunque haya sido perdonado, el
alma está manchada. Toda impureza de palabra y pensamiento debe ser evitada por el que quiere
tener un claro discernimiento de la
verdad espiritual.
Los
pensamientos malos destruyen el alma. El
poder convertidor de Dios cambia el corazón, refina
y purifica los pensamientos. A menos que se hagan esfuerzos decididos para
mantener los pensamientos centrados en Cristo, la gracia no se puede revelar en la vida.
La Mente debe entablar una batalla espiritual. Cada
pensamiento debe ser llevado cautivo a la obediencia a Cristo. Todos los hábitos deben ser puestos bajo
el control divino.
Necesitamos un sentido constante del poder ennoblecedor de los pensamientos puros y de la influencia perjudicial de los pensamientos malos. Concentremos nuestros pensamientos en cosas santas. Sean ellos puros y verdaderos; pues nuestra única seguridad para el alma está en el pensamiento conrrecto.
Hemos de usar todo medio que
Dios ha puesto
a nuestro alcance para el gobierno y el cultivo de nuestros pensamientos. Hemos de traer nuestra mente a la armonía con
la mente de Cristo. Su verdad nos
santificará, cuerpo, alma y espíritu, y seremos capaces de
elevarnos por sobre la
tentación.
"Viene el príncipe de este mundo -dijo Jesús-, y él nada tiene en mí" (Juan 14:30). No había nada en El que respondiera a los sofismas de Satanás.
El
no consintió en pecar. Ni siquiera en un pensamiento cedió a la tentación.
Así Puede Ser En Nuestro Caso. La humanidad de Cristo estaba
unida con la Divinidad; estaba preparado para el
conflicto por la presencia del Espíritu Santo...
Mientras estemos
unidos a Él por fe, el pecado no tiene más dominio sobre nosotros. Dios busca la mano de la fe en nosotros para dirigirla a
aferrarse de la divinidad de Cristo, para que
podamos alcanzar la perfección de carácter...
Toda promesa de la Palabra de Dios es nuestra. Hemos de vivir "de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4)...
No miremos
las circunstancias o la debilidad del yo, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es de ustedes. Signs
of the Times, 23 de agosto de 1905. RJ300/EGW/MHP 301
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