Así que, cualquiera
que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. (Mateo
18:4).
Los Discípulos habían estado recién disputando acerca de quién sería
el mayor, en el reino de los cielos. No podían ponerse de acuerdo. Uno reclamaba el honor para sí mismo; otro también.
Ninguno de los discípulos presentaba, el estado de ánimo adecuado para comprender el significado de los próximos
eventos, o para apreciar la solemnidad de la presente ocasión. No estaban preparados para participar en la
comida de la Pascua.
Cristo Los Observaba Con Tristeza. Sabía que delante
de ellos había pruebas y su gran corazón, de amor se, extendió hacia ellos con tierna compasión y simpatía.
Como Una Manifestación de amor para ellos, "se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido." (Juan
13:4, 5). Esto fue un gran reproche para todos ellos.
"Así que, después que les
hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo:
¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien,
porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os
he dado,
para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis" (Juan
13:12-15).
Con El Rito De Humildad Se Nos Enseña Una
Impresionante Lección. Cristo
nos había mostrado la necesidad de caminar
humildemente delante de Dios, y de tomar conciencia de lo que Él había
hecho por nosotros por medio del don de su
Hijo.
Cristo sabía que sus discípulos nunca olvidarían
la lección de humildad que les había dado en la última cena.
Al tomar sobre sí mismo la forma más
humilde de servicio, administró a los
doce
el reproche más severo que pudiera
haberles dado.
En el capítulo dieciocho de Mateo está registrada otra lección de
humildad. Estas lecciones en la Palabra son ofrecidas para nuestra
admonición. Quienes se niegan a beneficiarse con ellas, no tienen excusa.
Los discípulos "vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de
los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos" (Mateo 18:1-4).
Muchos no se dan cuenta de que al caminar humildemente con Dios nos ubicamos en una posición donde el enemigo no puede aventajarnos... Sólo cuando nos sometemos, como hijos obedientes, a ser enseñados y disciplinados, Dios puede usarnos para su gloria.
Manuscrito 102, de 1904.
RJ253/EGW/MHP 254
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