Cuando
la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la
discreción te guardará; te preservará la inteligencia. (Proverbios 2:10,11).
Ahora, como en los
tiempos de Israel, cada joven debe recibir
instrucción sobre los
deberes de la vida práctica.
Cada uno debe
adquirir el conocimiento de algún
ramo del trabajo manual, por el cual, en caso de
necesidad, podrá ganarse la
vida.
Esto es
indispensable, no sólo como
protección contra las vicisitudes de la vida, sino también a causa de la influencia que ejercerá en el
desarrollo físico, mental y moral.
Aunque hubiese seguridad de
que uno no
habría de depender del trabajo manual para mantenerse, debiera sin
embargo aprender a trabajar.
Sin ejercicio físico nadie
puede tener una
constitución sana ni una salud vigorosa, y la disciplina del trabajo bien regulado no es menos
esencial para desarrollar una inteligencia fuerte y activa y un carácter noble...
Los Jóvenes Deben Ser
Inducidos a comprender el propósito
de su creación, que es honrar a
Dios y beneficiar a sus semejantes; Hágaseles Ver el tierno amor que nuestro Padre celestial ha manifestado y el alto destino para el cual la disciplina de esta vida los ha de preparar, la dignidad y el honor a los cuales están llamados, a saber, ser
hijos de Dios, y millares se apartarán con desprecio y repugnancia de
los propósitos bajos y egoístas y de los placeres frívolos que hasta ahora les han absorbido.
Aprenderán a odiar y
evitar el pecado, no meramente por la
esperanza de la recompensa o por el miedo al castigo,
sino por un
sentido de su vileza inherente, porque degradaría
las facultades que Dios les ha
dado, mancharía su carácter de seres humanos semejantes
a Dios...
Los
rasgos de carácter que dan éxito y honores a un hombre entre sus semejantes; el
deseo inextinguible de algún bien mayor, la voluntad indomable; los esfuerzos arduos; la perseverancia incansable, no
deben eliminarse. Por la gracia de Dios, deben encauzarse hacia fines que superen los intereses egoístas y
temporales como los cielos son más altos que la
tierra.
Y
la educación comenzada en esta vida continuará en la vida venidera. Un día tras
otro revelaran a la mente con nueva
belleza las maravillosas obras de Dios, las evidencias de su sabiduría y poder al crear y sostener el
universo, así como el
misterio infinito del amor y de la
sabiduría en el plan de la redención...
Hasta en esta vida podemos entrever su presencia y gozar de la comunión con el Cielo; pero la plenitud de su gozo y de su bendición se ha de alcanzar en el más allá. La eternidad sola habrá de revelar el destino glorioso que el hombre, restaurado a la imagen de Dios, puede alcanzar.
Patriarcas y Profetas,
págs. 650-652. RJ271/EGW/MHP 272
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