lunes, 25 de septiembre de 2023

25. “DEBE CULTIVARSE EL TALENTO DEL HABLA” (IX. REFLEJEMOS A JESÚS PARA SU SEGUNDA VENIDA) EGW.

Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. (Colosenses 4:6).

Es obra de los padres inculcar en sus hijos la costumbre de hablar correctamente. La mejor escuela para obtener esta cultura es el hogar.

Desde sus tempranos años se debiera enseñar a los niños a hablar respetuosa y amablemente con sus padres y unos con otros. Debe enseñárseles que solamente palabras amables, veraces y puras debieran traspasar sus labios. 

Sean los padres mismos alumnos diarios en la escuela de Cristo. Entonces, por precepto y ejemplo, pueden enseñar a sus hijos el uso de toda "palabra sana e irreprochable" (Tito 2:8). Este es uno de sus deberes mayores y que implica más responsabilidad. PVGM 236, 237.

La facultad del habla es un talento que debiera ser diligentemente cultivado. De todos los dones que hemos recibido de Dios, ninguno puede ser una bendición mayor que éste.

Con la voz convencemos y persuadimos; con ella oramos y alabamos a Dios, y con ella hablamos a otros del amor del Redentor. Cuán importante es, entonces, que se la eduque de tal manera que sea lo más eficaz posible para bien...

Mediante un esfuerzo diligente todos pueden adquirir la habilidad de leer inteligiblemente y hablar en un tono de voz fuerte, claro, sonoro, de un modo distinto e impresionante.

Haciendo esto podemos aumentar grandemente nuestra eficiencia como obreros de Cristo.

Todo cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de Cristo...

La debida cultura y el uso de la facultad del habla es parte de todo ramo de servicio cristiano; entra en la vida familiar y en toda nuestra relación mutua.

Hemos de acostumbrarnos a hablar, en tonos agradables, a usar un lenguaje puro y correcto, y palabras bondadosas y corteses. Las palabras dulces, amables, son como el rocío y la suave lluvia para el alma.

La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labios, para que pudiera "saber hablar palabras al cansado" (Isaías 50:4).

Y el Señor nos insta: "Sea vuestra palabra siempre con gracia", "a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios 4:29).

Al tratar de corregir o reformar a otros, debiéramos cuidar nuestras palabras... Todos los que defienden los principios de verdad necesitan recibir el celestial aceite del amor. 

En toda circunstancia la reprensión debe ser hecha con amor. Entonces nuestras palabras reformarán, sin exasperar. Cristo proporcionará por medio de su Espíritu Santo la fuerza y el poder; es su obra. Ibíd., págs. 234-236. RJ274/EGW/MHP 275

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=dhpIwcYIaf8&list=PLtrFh-HO7ogB0b9ZH0YMA5EYtDsepZwEC&index=25&pp=gAQBiAQBsAQB


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