Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. (Génesis 12:1,2).
Dios escogió a
Abrahán como su mensajero para comunicar la luz al
mundo. La palabra de Dios vino al
patriarca desprovista de todo
reconocimiento, de honor mundano y de halagüeñas perspectivas de un gran salario en esta vida. "Vete de tu tierra... a la tierra que te mostraré", fue el mensaje divino para
Abrahán.
El
patriarca obedeció y "salió sin saber adónde iba", como un portaluz de Dios, dispuesto a mantener vivo
el nombre de Dios en la tierra.
Abandonó su país, su casa,
sus amistades y todo vínculo agradable que lo unía con su vida joven y salió para ser un peregrino y un extranjero...
Antes de que Dios
pudiera usarlo, Abrahán debía
romper sus vínculos anteriores, para que no
pudiera ser controlado por influencias
humanas ni confiara en ayuda humana.
Ahora que estaba
unido a Dios, de allí en adelante debía morar entre
extranjeros. Su carácter
debía ser peculiar y distinto de todo el mundo.
Ni aun podía
explicar a sus amigos a fin de que
comprendieran los pasos que seguiría, pues ellos eran idólatras.
Las cosas espirituales sólo se disciernen
espiritualmente. Por esto sus motivos y sus acciones estaban más allá de
la comprensión
de sus familiares y amigos.
La incondicional obediencia
de Abrahán fue uno de los
ejemplos de fe y de confianza en Dios más impresionantes que se encuentran en el registro sagrado. Sólo con la simple promesa de que
sus descendientes poseerían Canaán y
sin la menor evidencia exterior, Abrahán
siguió hacia donde Dios lo condujo, cumpliendo
cabal y sinceramente con
las condiciones que le atañían y
confiando que Dios cumpliría fielmente su palabra.
El patriarca fue
dondequiera Dios le indicó;
cruzó sin temor el desierto; pasó por en
medio de naciones idólatras, con un solo
pensamiento: "Dios ha hablado; obedezco su voz; El me guiará y me protegerá".
Una fe y una
confianza semejantes a las de Abrahán necesitan hoy los mensajeros de Dios. Pero muchos a quienes el Señor quisiera usar para que atiendan y
obedezcan su voz por sobre toda
otra no avanzan... El Señor podría
hacer mucho más por sus siervos si éstos se
consagraran más plenamente a Él, y estimaran
servirle como superior a todo vínculo
familiar y a toda otra asociación terrenal. -Testimonies,
t. 4, págs. 523, 524. RJ316/EGW/MHP 317
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