Si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. Y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas. (Ezequiel 14:14,20).
Satanás induce
a muchos a creer que
Dios no se fija en la
infidelidad de ellos respecto a
los asuntos menudos de la vida; pero, en su
actitud con Jacob, el Señor demuestra que en
manera alguna sancionará ni tolerará
el mal.
Todos los que
tratan de excusar u ocultar sus
pecados, dejándolos sin confesar y sin haber sido
perdonados en los registros del cielo, serán vencidos por Satanás.
Cuanto más
exaltada sea su profesión y honroso el puesto
que desempeñen, tanto más graves aparecen sus faltas a la vista de Dios, y tanto más seguro es el triunfo de su gran adversario...
La historia de
Jacob nos da además la seguridad de que Dios no rechazará a los que han sido engañados, tentados y
arrastrados al pecado, pero se han
vuelto a Dios con verdadero arrepentimiento.
Mientras Satanás trata de
acabar con esta clase de personas, Dios enviará sus
ángeles para consolarlas y protegerlas en el
tiempo de peligro.
Los asaltos de Satanás son feroces
y resueltos, sus engaños terribles, pero el ojo de Dios descansa sobre su pueblo y su oído escucha su
súplica.
Su aflicción es grande,
las llamas del horno parecen estar a
punto de consumirlos; pero el
Refinador los sacará como oro purificado por el fuego.
El amor de
Dios para con sus hijos durante el
período de su prueba más dura es tan
grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad; pero
necesitan pasar por el horno del fuego; debe
consumirse su
mundanalidad, para que la imagen de Cristo se refleje perfectamente.
Los tiempos de
angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el
cansancio, la demora y el hambre, que no desmaye a
pesar de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin de que se
preparen para aquel momento.
Jacob
prevaleció porque fue perseverante y resuelto. Su victoria es prueba
evidente del poder de la oración importuna.
Todos los
que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y sean tan sinceros como él, tendrán el
mismo buen éxito.
Los que no están
dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conseguirán.
¡Cuán pocos
saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos son los que han suspirado por Dios
con ardor hasta tener como en tensión todas las facultades del alma!
Cuando olas
de indecible desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán raro es verlo atenerse con fe inquebrantable
a las promesas de Dios!...
Si los que proclaman la última solemne amonestación al mundo rogasen... con fervor y fe como lo hizo Jacob... serían considerados como príncipes en el cielo, con poder para prevalecer con Dios y con los hombres.
El conflicto
de los siglos, págs. 678-680. RJ363/EGW/MHP 364
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