A ordenar
que a los afligidos de Sion se
les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del
espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío
de Jehová, para gloria suya. (Isaías 61:3).
Millones bajaron
a la tumba cargados de
infamia, porque se negaron terminantemente a ceder a las pretensiones engañosas de
Satanás... Pero ahora "Dios es el juez" (Salmo 50:6). Ahora los fallos de la tierra son invertidos... Ya no seguirán siendo débiles, afligidos, dispersos y
oprimidos. De aquí en
adelante estarán siempre con el Señor.
Están
ante el trono, más ricamente vestidos que lo que jamás lo fueron los personajes más
honrados de la tierra. Están coronados con diademas más gloriosas que las que jamás ciñeron los monarcas de la tierra.
Pasaron para siempre los días de sufrimiento y llanto. El Rey de gloria ha secado las lágrimas de todos los
semblantes; toda causa de pesar ha
sido alejada.
Mientras agitan las palmas, dejan
oír un canto de alabanza, claro, dulce y armonioso; cada voz se une a la melodía, hasta que entre las bóvedas del
cielo repercute el clamor: "Salvación... a nuestro Dios que
está sentado en el trono, y al Cordero" (Apocalipsis 7:10)...
En Esta Vida, podemos
apenas empezar a comprender el tema
maravilloso de la redención... Ni con la mayor
tensión de nuestras facultades mentales llegamos a comprender todo su
significado. La longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor redentor se comprenden tan sólo confusamente.
El
Plan De
La Redención no se entenderá por completo ni siquiera cuando los rescatados vean como serán vistos ellos mismos y
conozcan como serán conocidos; pero a través de las edades sin fin, nuevas verdades se
desplegarán continuamente ante
la mente admirada y deleitada.
Aunque las
aflicciones, las penas y las
tentaciones terrenales hayan concluido, y aunque la causa de
ellas haya sido suprimida, el pueblo
de Dios tendrá siempre un
conocimiento claro e
inteligente de lo que costó su salvación.
La cruz de
Cristo será la ciencia y el canto de los redimidos durante toda
la eternidad. En el Cristo
glorificado contemplarán al Cristo
crucificado... Cuando las
naciones de los salvos miren a su
Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: ¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia preciosísima
sangre!
Se ve que la
misericordia, la compasión y el amor paternal se unen a la santidad, la justicia y el poder.
Al mismo tiempo que
contemplamos la majestad de su trono, tan grande y
elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones misericordiosas y comprendemos, como nunca antes, el significado del apelativo conmovedor: "Padre nuestro". -El conflicto de los siglos, págs. 708-710. RJ366/EGW/MHP
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