Gál. 1:11-80.
Ni subí a Jerusalén a
los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco. (Gál. 1:17).
La vida de Pablo estaba
en peligro, y recibió un encargo de Dios de dejar Damasco por un tiempo. Fue a
Arabia, y allí, en relativa soledad, tuvo amplia oportunidad de estar en comunión
con Dios y de meditar. Deseaba estar solo con Dios, escudriñar su propio
corazón, profundizar su arrepentimiento y prepararse mediante la oración y el
estudio para embarcarse en una obra que le parecía demasiado grande e
importante para que él la llevara a cabo. Era un apóstol, no elegido por los
hombres, sino por Dios y se le había declarado claramente que su obra se
realizaría entre los gentiles.
Mientras estaba en Arabia no se comunicó con los apóstoles; buscó a Dios fervientemente con todo su corazón, decidiendo no descansar hasta que supiera con certeza que había sido aceptado su arrepentimiento y perdonado su gran pecado.
No abandonaría el
conflicto hasta que tuviera la seguridad de que Jesús estaría con él en su
próximo ministerio.
Llevaría por siempre
consigo en el cuerpo las marcas de la gloria de Cristo, en sus ojos, que habían
sido cegados por la luz celestial. También deseaba llevar constantemente
consigo la seguridad de la gracia sustentadora de Cristo. Pablo entró en íntima
relación con el Cielo, y Jesús tuvo comunión con él y lo estableció en su fe
otorgándole su sabiduría y gracia (The Story of Redemption, págs. 274, 275).
Todos los que están en
la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas
consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. . . Necesitan, pues, experiencia
personal para adquirir el conocimiento de la voluntad de Dios. Cada uno de
nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz
calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más
perceptible la voz de Dios. . .
En medio de la
presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se
refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá nuevo caudal
de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de un poder
divino que alcanzará a los corazones de los hombres (El Ministerio de Curación,
pág. 37). 341
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuPpX6vP-uxa30H1-0TyxIr